Signo de proteccón y amparo, que su sombra nos cobije siempre, que su luz nos guíe y nos acoja

viernes, 16 de julio de 2010

El camino de Santiago




Se acerca el día del apóstol, o el día fuera del tiempo si lo preferís.

Yo nací ese día, así que se acerca mi cumpleaños.

En esta época del año, podemos mirar el cielo nocturno y ver la vía láctea, el "camino de Santiago" (nada verás si vives en el centro de Madrid por cierto ). La vía láctea, nuestra galaxia; un lejano reguero de estrellas que nos hace ser conscientes de la mínima parte del universo que somos.

El camino hasta el fin del mundo, Finisterre. Mirando al océano. ¿Quizá tratando de recordar algo que está más allá, o el lugar de donde vinimos?

Quizá allende el mar estaba la Atlántida: quizá el primer significado de esta peregrinación fué recordar la patria perdida, mirar las aguas que la habían sepultado; porque lo que está claro es que el camino es anterior a la época cristiana.

Hay leyendas celtas que nos hablan de una isla en medio del océano a la que regresaban los muertos, pero son leyendas basadas en tradiciones más antiguas. Tir na nÓg (Isla de la Eterna Juventud), el paraíso de los pueblos celtas, era una isla situada en medio del océano, en la cual los fallecidos continuaban viviendo eternamente.
El Amenti de los egipcios también se situaba en el Oeste, qué casualidad.

Aristóteles escribió en Noticias maravillosas sobre la existencia de una senda que discurre desde Italia a la península Ibérica, por la que transitaban peregrinos que eran protegidos en su periplo por las gentes que habitaban en sus márgenes. Lo denomina «camino Heracleo» en recuerdo de la mítica ruta por la que transitó Hércules desde Italia a Iberia (, y de ahí hacia una isla en medio del Atlántico).

Así aparece recogido en la Teogonía de Hesíodo a finales del siglo VIII o comienzos del VII a. d. n. e. Hércules se dirigió hacia Iberia en su «décimo trabajo», y en el territorio ocupado en la actualidad por la ciudad de A Coruña, el héroe griego se enfrentó al gigante Gerión, rey de la zona, derrotándolo y enterrando su cabeza donde se erige la espectacular Torre de Hércules, el faro romano más antiguo de Europa que todavía continúa en funcionamiento. En su viaje, Hércules siguió la senda estelar trazada por la Vía Láctea, también el camino del Sol de Oriente a Occidente.

Aunque el camino es mucho más que una añoranza y un recuerdo perdido en la noche de los tiempos; a lo largo del paralelo 42, en cuyas proximidades transcurre una parte importante de la ruta, discurre una corriente telúrica de fuerza prodigiosa; una corriente telúrica capaz de transformar al ser humano si las fuerzas cósmicas oportunas confluyen, una corriente que termina en Noya frente al mar, una corriente de vida y no de muerte. Podéis buscar en La guía de la España mágica, de Juan García Atienza.

Pero los adoradores de la muerte y los instrumentos de tortura también manipularon el Camino.
Después de la invasión musulmana y ya iniciada la reconquista tímidamente, las mentes pensantes supongo (¿algún obispo gracioso quizá? ) discurrieron y pensaron que había que buscar una motivación para que los cristianos lucharan y conquistar las tierras robadas por los musulmanes.

Vagas leyendas hablaban de la visita de Santiago a España, así que sólo había que encontrar una tumba y un milagro: lo demás sería coser y cantar. Y vaya que si hallaron la tumba, una tumba del siglo tercero en la que es más que probable que esté enterrado el "hereje" Prisciliano de Ávila ( ver Priscilano de Ávila, de Henry Chadwick).

Han aparecido luces en un campo, milagro, han hallado en Galicia la tumba de un apóstol; vino a Zaragoza y se le apareció la Virgen, los romanos lo mataron de vuelta a Israel, pero sus seguidores trajeron su cuerpo por mar en una barca hasta Compostela, Campus Stella.Vamos, que no contentos con atravesar toodo el Mediterráneo se dieron la vuelta hasta Galicia también por mar? ( eso no hay quién se lo crea, hubiera sido más lógico dejar el muerto en Cartagena, o en Tortosa, y de ahí a Zaragoza ¿no?). Pero el que inventa historias puede no ver las burradas que escribe si va ligero, o si tiene escasos conocimientos de geografía...

La verdad es que esa parte de la historia es ... bastante cierta. Fue en Zaragoza donde murió decapitado Prisciliano de Avila, y fue llevado en barca por el Cantábrico hasta la Galicia celta de la que había sido obispo, y allí enterrado en el sepulcro cedido por alguna familia pudiente.

La verdad no importaba; con los elementos existentes, una vez más se dibujaba una hábil mentira para engañar al vulgo ignorante, para dirigir sus vidas hacia los propios propósitos.

Tan bien funcionó el invento que 200 años después se aplicó de nuevo, esta vez a tierra santa, robada también por el moro infiel y traidor.

Volviendo a Compostela, se montó al apóstol en un brioso caballo blanco, y se le dio el sobrenombre de Matamoros (dónde quedó aquello de los evangelios? el que a hierro mata, a hierro muere... ).

Bueno, si una de estas noches mágicas de verano salís al campo lejos de las luces de la urbe, mirad al cielo y contemplad la vía láctea, el camino de luz que quizá os ayude a encontraros un poco más a vosotros mismos. Y si vais a Compostela, saludad a Prisciliano de mi parte.

lunes, 5 de julio de 2010

Profetas



Hace poco estaba haciendo limpieza en una estantería llena de libros.
Al ir limpiándolos, leía al azar algunos títulos, y uno llamó mi atención: Profecías del fin de los tiempos, o algo así. Estaba subida en lo alto de una escalera, y al leer el título, un impulso profundo me hizo arrojarlo contra el suelo sin dudar; para reciclar, es para lo único que puede valer esto. No me molesté en ver el nombre del autor, ni mucho menos en comprobar qué profecías contenía, ni siquiera averiguar si alguna se había cumplido dando validez al texto. No creo que la exactitud de una profecía garantice sus buenas intenciones. Cada día me parece más indecente profetizar si a la vez el presunto profeta no nos da una alternativa, una posibilidad de victoria, un camino que acabe en otro lugar. Hace tiempo, decidí negarme a que nadie me asustara. Algunos parecen hacerlo solo por el placer de someter y de ganar seguidores. Quiero caminar mirando al frente, viviendo en positivo, sin cocos en el armario, sin profetas que me hablen de fines terribles. Me niego; he pasado el ecuador de la vida y la muerte es una amiga que un día vendrá a buscarme, como a todos. Pero hasta esa cita ineludible, quiero ser libre y vivir plenamente. Me da lo mismo que haya o hubiera reptilianos, que el sol nos fría o que el cinturón de fotones nos regale a todos una iluminación fantástica. Ya perdí bastante tiempo en mi juventud con esas tonterías; igual que lo perdí intentando acaparar lo fundamental del conocimiento humano, hasta que comprendí que era demasiado para una sola mente y una sola vida. Devoré libros y ahora les limpio el polvo, y leo muy poco. Pero vivo mucho; hago, experimento en todos los terrenos posibles. Y pinto, cada día más. Y no me importará si llega el cumplimiento de terribles profecías y me pilla con el pincel en la mano emborronando un papel, o un lienzo, o un cartón o una madera.