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Reconozco y reverencio a la mujer salvaje que llevo dentro, y no solo porque haya leído a Clarissa Pinkolas (que sí lo he hecho, por cierto).Reconozco y reverencio al espíritu indómito que habita dentro de esta cincuentona, a ese espíritu que me ha manifestado muchas veces su esencia en lo más oscuro de un ritual o en medio de la naturaleza, la madre sabia.Reconozco y reverencio en la esencia de ese espíritu indómito a todas mis antepasadas, yerberas y sacerdotisas, guardianas del espíritu de la verdad, custodias de los misterios de la tierra, paridoras y creadoras del mundo y de la humanidad, vírgenes guardianas de la llama sagrada, dulces doncellas y sensuales amantes, prostitutas y monjas, abuelas y solteronas...... todas ellas son las guardianas de la vida, las custodias de este pobre planeta hoy tan maltrecho.Y tú, mujer que me lees, también eres una de ellas, tanto si lo sabes como si no. Busca en tu interior y bájate de esos absurdos tacones; borra de tu rostro por un rato esa tonta marca de carmín y siéntete libre; sal a la calle con tu blusa más vieja y amada y respira la vida que circula a tu alrededor.Cuando te sientas preparada, busca a tus hermanas y comparte con ellas el misterio, comparte con ellas el Poder, ese inmenso y maravilloso Poder que llevas dentro y que puede darte el dominio del mundo, o algo más difícil todavía: el dominio y el poder sobre ti misma.